En los retratos de Micaela no estuve afortunado. Además, blogger se empeña en mostrar este, tumbado ¿? |
En Semana Santa vine a Mazarrón con Carmelo Argáiz y su familia. Hacía tiempo que no convivía con niños. Y puede que de descentren un poco, si no estás acostumbrado. Pero estos, Micaela y Daniel, son tan vitales, ingeniosos, ávidos de aprender, preguntar, probar, comentar, y yo tenía tanto tiempo, que lo pasé muy bien con ellos y con sus padres.
Aún con la resaca de un larguísimo proyecto, un mural para
la ESDIR, el juego de estos críos con la Vida, con todo lo que les rodeaba,
lejos de cansarme, fue un regalo para el tiempo de ocio y pasividad que me
tocaba disfrutar.
Lo Pagán. Zona de las Charcas, donde se toman los lodos.
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Museo del Mar (en rehabilitación) Uno de los pocos edificios
tradicionales que quedan en Lo Pagán
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Más tarde, en mayo, he estado en Lo Pagán, para probar los
lodos de sus Charcas. Toda una experiencia que quiero ahondar.
Como en casi todo el litoral del Levante español, el turismo
ha devorado su identidad urbana. Pero las planísimas perspectivas de las
salinas y su Charquito (así llaman al mar Menor) mantienen intacto su poder de
seducción.
Termino pidiéndoos disculpas por el exceso de saturación de las imágenes, ahora que las veo en una pantalla distinta de cuando las procesé. Es lo que tiene mi actual vida errante.
Muy interesante el colorido. El Mediterráneo tiene mucha paleta.
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