Atenas. La Acrópolis desde el Ágora. |
Marisa y Pepe comiendo en el chiringuito de la domatia, fundidos sobre los montes de Kalamata (Ilaeira?) |
Kalamata. Puesta de sol desde el balcón de la Domatia |
Pepe en el vuelo Kalamata-Bergamo |
Bergamo Alto desde la estación de tren. Cristo de Santa Maria Maggiore |
Milán. Chica-anuncio de Transfer a Bergamo Aeropuerto. Viajeros en el tren Milano-Bergamo |
Esperando la salida de Bergamo a Madrid |
Athens, Kalamata, Bergamo, Millano, Madrid
10 de octubre de 2013. Syros fue la mejor despedida de las Cícladas. El resto de los días fue derivar hacia nuestro origen respectivo. Atenas, Kalamata, Bergamo y allí nos separamos, porque Marisa y Pepe volvían a Argentina.
En Atenas, una suerte dar con el Hotel Cosmos. Fuera de lo más turístico, en un barrio tranquilo, de emigrantes bien situados. En otro tiempo fue un lujo de hotel y lo grande es que aún conserva la uniformidad en su mobiliario cincuentero y extensos suelos de mármol. Y con unos precios interesantes.
Por lo demás, encontré la ciudad más triste que nunca. El centro invadido por la pobreza y la mala vida. Y la zona arqueológica, evocadora, impresionante. Como siempre. Un apunte desde el Ágora antigua era inevitable. Me gusta mucho pasear por allí.
Tras poco más de 24 horas tomamos un autobús a Kalamata, destino turístico próximo a Esparta, con vuelos de Ryanair. Tres horas y media, pasando por el canal o, al menos, lo que parecía un ramal del mismo, y la impresionante Antigua Corinto. Una enorme peña calva surgiendo en la llanura y literalmente coronada por la vieja muralla aquea. Y luego los montes y enormes valles peloponesos.
Kalamata sí vive del turismo. Sus aceitunas exquisitas, su vino, no parecen ser más importantes. Llegamos la víspera de nuestra salida a Bergamo y aprovechamos para darnos un baño, alojados en una domatia frente a la playa. Y también para comer un buen pescado a la parrilla. Todo aprecios de fuera de temporada. Allí dibujé a Marisa y Pepe. Y luego se me ocurrió pintar sobreimpreso, el imponente monte (¿Ilaeira?) del fondo. A alguien le recordó al Rushmore. Tampoco era mi intención. Más tarde, no me pude resisitir a la sosegada puesta de sol.
En Bergamo nos despedimos de los primos. Nosotros nos quedamos un par de noches más y dimos una vuelta por Milán. Bergamo Alto es caro pero imprescindible. Y, mira, nos despidió regalándonos un concierto de jazz en Santa Maria Maggiore. Se habían agotado las entradas y nos dejaron pasar gratis. Todo un detalle y un goce, la plenitud vocal de Elina Duni. Y así acabó nuestra vuelta de las Cícladas. Madrugón... Y Madrid en tres horas.
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