Entre marzo y julio de 2011 realicé un viaje, dibujando por países de la costa norte el norte mediterránea. Desde entonces, cada vez que traigo noticias de Nuestro Mar, me acerco de nuevo aquí, a contaros lo que he visto y dibujado Desde la Bañera



martes, 19 de julio de 2011

Venecia, Ravenna, Faenza y final del viaje

Antonella lee Trattali male en el tren de Siena a Roma.

En Civitavecchia, mientras espero a Charo.

Venecia. Isla de San Jorge desde la Plaza San Marcos, a las 7 a.m.

San Marco a las 9 a.m.

Pozo en jardin de la Universidad Foscari.

Biennale de Venezia. Aspecto de los Arsenale con escultura a la izquierda, de hombre boca abajo.

Biennale. Retrato de Charo delante de obra de Maria Sonsowska.

 
Biennale. Charo descansa en Arsenale. Interior del recinto.


Lido desde muelle de I Giardini, al salir de la Biennale.

Iglesia de San Lorenzo. Me chocó la parquedad y fuerza de su fachada.

San Marco desde Punta della Dogana.

Vista desde Fondamenta Briati.

Jardines del Collegio Armeno.

Venecia. Iglesia románica.


Ravenna. San Francesco, con arpa eolia delante
Ravenna. San Apolinar.

 

Ravenna. Detalles del Duomo, museo y Baptisterio Neoniano.












Faenza. Arriba, Charo lee en el interior de la iglesia della Commenda frente al trompe l'oeil. Abajo, exteriores.




Faenza. Objetos y dibujos del Museo Internationalle della Ceramica.




La idea de ir a Croacia se fue diluyendo a medida que pasaban los días sin que Charo pudiera darme un día concreto para nuestro encuentro. Pero en Siena había comprendido que Italia vale más de una misa. Así que cuando la fecha fue definitiva me acerqué a recojerla a Civitavecchia y, la misma noche que llegaba el ferry, salíamos en litera para Venecia, en lugar de ir a Pescara y Split.

El viaje de Siena a Roma fue entretenido. Delante de mí estaba esa atractiva chica de aire belmondesco, leyendo toda seria, Trattali male. Me asusté un poco y ya, al detenerme en la ilustración de portada, me asusté del todo.  El miedo se disolvió cuando le enseñé mi apunte clandestino y nos echamos a reír. Antonella resultó una persona bien agradable y desde luego, aquel libro no era su catecismo.

En Roma paré en casa de Isabel y Stefano otro par de noches. Y hablamos de arte, de arquitectura, de sociedad, de España y de Italia, porque esta pareja es un pozo sin fondo. Y en Civitavecchia reconocí a Charo desde lejos, saliendo, minúscula, de la enorme boca del Cruise Barcelona. Y me emocioné.

Venecia a las siete de la mañana es la ciudad tranquila, humana, de los venecianos, como lo es la Piazza San Marco, creedme. Y aunque no volvimos a verla a esas horas, sí que buscamos lo menos concurrido. Vale la pena. Incluso la Biennale y sus exposiciones paralelas, se ven con el suficiente sosiego.

La pobre Ravenna se nos quedó en nada después de Venecia. Pero descubrirla por dentro, en sus mosáicos, fue una revelación. Un placer difícil de describir. Y en Faenza nos perdimos el Palio del Niballo, pero llegamos a los preparativos de la gran cena final, en el Monasterio della Commenda, después de contemplar la intimidad y sencillez de su iglesia y el trompe l'oeil en su ábside.

En Bolonia, ya, la despedida. Vimos el magnífico paisaje de Los Monegros, que desde el aire parece cosa de extraterrestres y, en seguida, tomamos tierra en Zaragoza. El  III curso De Vuelta con el Cuaderno, en Teruel, suavizó mi aterrizaje personal, antes de sacudirme las últimas gotas de La Bañera, junto al Ebro riojano.

Solo me queda deciros adiós a quienes habéis seguido u os habéis asomado alguna vez a esta pequeña aventura. Quizá en el futuro surjan más oportunidades para explorar todo lo que he dejado pendiente y, en ese caso, será cuestión de abrir de nuevo el grifo.

Hasta entonces, amigos. Muchas gracias!

Animales en La Bañera


A primeros de mayo, Laura Scarpa, directora de Animals me invitó a cenar en Roma para hablar de La Bañera. En un restaurante de sabor muy local, acordamos que publicaría algunos de mis dibujos en su revista impresa. Como sabéis, desde finales de mayo me quedé sin mi portátil y me fue más complicado moverme por internet. Pero ahora, desde casa, mientras escaneo la última entrada, he visto con alegría, en una reseña de su  animals-theblog que mis dibujos ya están en la calle. No sé si podemos acceder a la revista impresa desde España, pero cuando me manden algún ejemplar colgaré en esta misma entrada las páginas dedicadas a La Bañera.

jueves, 14 de julio de 2011

Con Ram en Bologna y Siena

Bolonia. Le due Torri y el palacio del Ayuntamiento.
Objetos y gente del mercadillo junto a Le Sette Chiese.



 Bar de Marchi y todo el Plan Bolonia en las noches de la Piazza San Francesco.



Bolonia. Iglesia normanda de San Vitale, en Le Sette Chiese.


Siena. Ram contempla el edificio episcopal, sentado en las escaleras del Duomo.

Siena desde jardines de Beato San Agostino.

Siena desde el interior de la Pinacoteca Nacional.

Ramsés i su iPad.



Siempre hay gente el la Piazza del Campo de Siena. Abajo, los estudiantes madrileños, Melany, Cristina y David.

Desde una calle cualquiera, es fácil encontrarse con escenarios inesperados como la plaza del Duomo.

Tumbados en la Piazza del Campo, por la noche.

Torre del Ayuntamiento, desde el jardín de la casa que nos asignó Siena Hospitality.

Ramsés pensando, en el jardín.

Fabriano y su chica (me dispiace, non ricordo il suo nome),  empleados de Siena Hospitality. Guapos y buena gente.

Obras de la Pinacoteca Nacional.

Siena desde la Basílica de Santa María dei Servi.

Santa Maria dei Servi desde Piazza del Mercato.

Siena. Piazza del Mercato.





















































































































































































































































Mi plan era estar unos días en Florencia y esperar a Charo para irnos a Croacia. Pero sus obligaciones laborales iban alargando su llegada. Así que Ramsés y yo decidimos conoceer Bolonia y Siena.
Bolonia es curiosa. Su mayor encanto es la red de soportales que la tejen. Como los canales de Venecia. Vas pasando de uno a otro sin tocar cielo raso y todos son diferentes. El aspecto cambia en cada edificio pero también con los barrios. Esto era lo que más me iba calando de Bolonia, pero no fui consciente hasta el final. Me queda pendiente un tour dibujado de soportales.
Por lo demás es de una solidez que sorprende. Allí están las Due Torri, compitiendo, no solo entre sí, sino también con las cúpulas de iglesias que parecen apelotonarse. Y el Palazzo Enzo, serio y pesado, bordeando la Piazza maggiore. Y un curioso mercadillo con lo más insospechado, frente a la multiiglesia Le Sette Chiese que almacena uiglesias capa sobre capa, a cual más íntima y misteriosa. Un mundo y una joya.
Nos alojamos cerca de la Piazza San Francesco donde se reúne gran parte de los estudiantes, diseminados por la plaza y en los bares circundantes. Un botellón tranquilo y amistoso donde alguien toca canta o hace algo inesperado y curioso y quien quiere le sigue sin pudor, de la manera más normal. Así vi yo el Plan Bolonia.

Siena es increíble. En toda Italia te encuentras una solución arquitectónica para cada caso. Creo que los italianos son así. Llevan el arte dentro y, además, están acostumbrados a mezclar épocas, estilos, rangos, siempre en poco espacio. Me decía Estefano, de Roma que le gusta de España, sus vacíos. Y a mí, de Italia esa elegante carencia de espacio. Y es que son unos genios de la escenografía urbanística. Pero fue aquí donde fui más consciente de esto. Vuelves la cabeza y nueva sorpresa que te refresca de la anterior. Así es Siena.
Tuvimos mucha suerte con el alojamiento. Siena Wellcome nos cedió un precioso y céntrico bajo con jardín, por el precio de una doble. Y son muy amables. Pero no vayais a Villa Wellcome si no teneis problemas de aparcamiento, porque es una villa bonita, pero circundada de tráfico.