Entre marzo y julio de 2011 realicé un viaje, dibujando por países de la costa norte el norte mediterránea. Desde entonces, cada vez que traigo noticias de Nuestro Mar, me acerco de nuevo aquí, a contaros lo que he visto y dibujado Desde la Bañera



sábado, 4 de enero de 2014

Syros no vive del turismo

Nuestro primer té en Ermoupolis.



Dr. Lucas Morgan en  una agradable taberna de parroquianos, cerca del muelle deportivo.


Ambiente en la taberna en nuestro segundo día, con Adonis al bouzouki y voz.


Adonis toca entre parroquianos y  personal de la taberna, que acompañan.


Marisa en una taverna del barrio judío, Ano Syros.


Taberna Alfonsou. Izquierda, Paula, la dueña y apunte de un espontáneo que baila. Derecha, músicos.


Detalle de los músicos. Al fondo, espejo reflejándonos a los cuatro: Pepe, Marisa, Charo y yo.


























Syros no vive del turismo, 
pero Ermoupoli es una de las ciudades más bellas de las islas.
Y sin embargo es tan bella o más que cualquiera de las visitadas anteriormente. Al menos su capital.

7 de ocrubre de 2013. El desdembarco en Ermoupoli es impresionante. No me quise poner nervioso pensando que no me daría tiempo de dibujar la compleja y bella vista de la ciudad. Sus primeros 200 m. después del muelle, son planos y embaldosados de mármol blanco. Después la ciudad se va dividiendo en dos hermosa colinas piramidales, cubiertas de casitas cúbicas y coronadas con sendos templos, cristiano y ortodoxo. Espectacular.

El barrio judío, Ano Syros, en la pirámide izquierda, desde el muelle, tiene un carácter muy personal. En una de sus tavernas, familiar, acojedora a más no poder, dibujé a Marisa. Pero antes, ya habíamos comprobado la simpatía de los Syrios.

No recuerdo el café donde dibujé la tetera, pero sus dueñas eran muy cálidas. Y en esa taverna de compadres cuyo nombre no puedo ni volver a escribir, allí estaba el doctor Lucas Morgan, un irlandés asiduo del local, que fumaba sus Cohiba en cachimba. Allí, disfrutando de la espontaneidad griega, su naturalidad, su hospitalidad. Como nosotros, recién llegados. Y quedamos para otro día, porque Adonis nos prometió que acudiría con su bouzouki y cantaría. Así que después de dibujar al Dr. Morgan, reservé la página de la derecha para la siguiente cita en que completé un cuadro de lo más animado.

Vimos esa Grecia donde la gente se arranca a cantar y bailar, no solo ahí. También en la taverna Aldonsou, frente al muelle pesquero, donde entramos por casualidad al bajar de Ano Syros. Allí el espectáculo, con músicos ya previstos, fue impresionante. También la generosidad de los dueños que (lo mismo quie en la anterior taverna), solo por verme dibujar aquello, nos regalaron vino, ouzo y postre. Una noche inolvidable (y confieso que, después, terrible, porque la resaca del ouzo es criminal).

Me llevé la pena de no dibujar la ciudad en sí, tan peculiar, tan bella. Tendré que volver.